Metodología

El proyecto OIP cuenta con cuatro fases esenciales que cada entidad participante debe elaborar para así conseguir la acreditación de integridad.

En primer lugar, existe una fase de autoevaluación, consistente en la cumplimentación de un cuestionario inicial, elaborado por la OAAF, que va a recoger las principales características organizativas, estructurales y personales de la entidad en cuestión. Dicho cuestionario deberá implicar a responsables, directivos y áreas de cada entidad. Es en esta fase donde se constituye la Mesa de Integridad, es decir, el órgano principal que dirigirá e impulsará el proyecto en cada entidad, acompañado por la OAAF.

En segundo lugar, se debe elaborar un mapa de riesgos, a modo de diagnóstico acerca de las vulnerabilidades detectadas por la Mesa de la entidad, por medio de la identificación de riesgos, su evaluación y clasificación en base a la metodología planteada. Todo ello llevará a la elaboración de la matriz de riesgos puntuando el impacto y la probabilidad de cada riesgo identificado, siguiendo una codificación por colores para establecer la urgencia y/o la importancia de cada elemento.

Tras esta fase, identificados y ubicados los riesgos, se deberán establecer medidas de control de los mismo buscando su detección o corrección, llegando así a la elaboración del plan de integridad, incluyendo todos los pasos anteriores, así como aquellas estrategias a seguir por la entidad en base a los riesgos detectados, buscando promover y consolidar una cultura de integridad en el personal. Junto a este plan, se incluirá una declaración institucional del órgano de gobierno correspondiente a cada entidad, estableciendo su compromiso en la lucha contra el fraude y la corrupción.

Este plan será evaluado de inicio por la Oficina Andaluza contra el Fraude y la Corrupción para elevar la acreditación de entidad OIP.